La depresión y la ansiedad son diagnósticos muy habituales en el mundo adulto, se entiende que entre la conciliación de la vida personal y laboral los adultos puedan tener depresión o ansiedad. Pero ¿un niño no debería ser feliz?, ¿cómo puede tener problemas emocionales cuando parece que lo tiene todo?

CAUSAS DE LA ANSIEDAD Y/O DEPRESIÓN INFANTIL

La ansiedad y la depresión infantil son diagnósticos más comunes entre adolescentes que niños, pero muchas veces pasa inadvertido entre los padres y profesores e incluso se le resta importancia tras las etiquetas de “es una mala temporada”, “ya se le pasará” o “son cosas de la edad”. Lo cual no hace nada más que agravar el problema que ya existe y dilatarlo mucho más en el tiempo. Las principales causas de la depresión y de la ansiedad son muy variadas, no obstante, los principales factores de riesgo son:

  • Los antecedentes familiares hacen que tenga un 50% de probabilidades de heredarlo. En concreto, aún tiene más probabilidades si la figura de apoyo del niño (madre o padre) ha pasado por una depresión o un problema de ansiedad.
  • Una personalidad insegura, baja autoestima, perfeccionista o temerosa.
  • Un ambiente familiar dónde haya mucha tensión y negativo.

CONSEJOS PARA MEJORAR DEPRESIÓN Y/O ANSIEDAD INFANTIL

Hablar de sus emociones sin monopolizar cada conversación sobre el mismo tema. Es importante que los niños hablen de sus emociones y expresen cómo se sienten. Sin embargo, cuando el único tema sobre el que se habla o se pregunta es sobre sus problemas de ansiedad o depresión, solo aumenta el malestar. Lo mejor es dedicar espacios para que puedan hablar de sus preocupaciones, pero que no sea un monólogo o un interrogatorio, sino una conversación en la que los padres también puedan aportar su opinión y expresar sus emociones sobre diferentes temas.

Dejarse llevar por el problema no ayuda en la solución. Los niños con ansiedad y depresión suelen aislarse de los demás y pierden las ganas de hacer cualquier actividad que antes les motivaba. Si esperas a que estén motivados, según del nivel de ansiedad o depresión, quizás estés esperando toda la vida. Muchas veces por tratar de ayudarles y no ser invasivos respetamos ese deseo, no obstante, es importante sugerirle (no forzar ni obligar) actividades y que él decida entre varias opciones. No se trata de hacer algo por motivación, sino por necesidad para que no piensen constantemente en lo que les preocupa y se sientan más aliviados. Para ello, lo mejor en esos casos es hacer una lista con todo tipo de actividades. Las mejores son aquellas que tienen que ver con la actividad física, las manualidades o juegos de mesa, pero también tareas en las que se sientan útiles como ayudar a realizar alguna tarea en casa como cocinar.

Ayuda a planificar su día. El efecto sorpresa no ayudará a tu hijo. En estos casos la constancia de un horario y una rutina de sueño y comidas es fundamental. Cuanto más desconectado esté de esos horarios, más se encerrará en su problema de ansiedad y depresión. Además, el hecho de planificarlo te ayudará a prepararlo ante esa situación y hablar de esos pensamientos que tanto le pueden preocupar y trazar alguna estrategia que pueda ayudarle.

Crea un ambiente donde no haya fracaso, sólo oportunidades para aprender. A veces nos cuesta comprender por qué si antes era capaz de hacer algo, ahora cuesta tanto que realice una tarea aparentemente sencilla. Los niños que tienen depresión o ansiedad también son conscientes de ello y tienden a hundirse cuando se ven incapaces de hacer cosas o no salen como ellos esperaban. Por eso, es importante graduar las tareas en aproximaciones más sencillas, de tal forma que cada día pueda ser un reto que pueda ser alcanzable. Por ejemplo: quizás no pueda estar como antes una hora seguida jugando a un juego, pero sí 10 minutos. Lo importante no es la duración, sino que vaya recuperando la confianza en sí mismo. Si no lo consigue, no habrá sido culpa suya, sino simplemente que nos hemos adelantado en el reto y tenemos que proponer un nivel que se adecue más a sus circunstancias.

Evita la culpa o la pena. No se trata de buscar culpables o de no tener fuerza de voluntad, sino de encontrar soluciones. Nadie quiere ver a su hijo sufrir y es normal que en ciertos momentos la situación pueda llegar a desbordarte. En esos casos, lo mejor es acudir a un especialista para que te ofrezca estrategias concretas a tu caso particular. No obstante, es importante que tanto como tú como el niño aprendáis que hay momentos que no se pueden controlar.

Descubrir que tu hijo tiene problemas emocionales como depresión o ansiedad sin duda puede angustiarte. Sin embargo, es importante que sepas que con el especialista y el tratamiento adecuado puede mejorar mucho porque aprenderá a gestionar sus emociones de otra forma. ¡No lo dejes pasar y ponle remedio cuanto antes!

Nuria G. Alonso es psicóloga y fundadora de Ayudarte Estudio de Psicología.

Fuente: El País