Alrededor de los seis meses de edad comienza la alimentación en los niños, esta etapa es fundamental, no tanto en lo nutricional sino más bien en lo educacional.

Es importante que el bebé juegue y explore con los alimento, disfrute de sabores, aromas y texturas. Debemos lograr que el momento de la alimentación sea agradable y divertido.

La exploración es la base del aprendizaje del niño, tanto en el juego como con los alimentos. Es la manera de aprender del bebé, y la que deberían seguir teniendo durante los primeros años de vida, por tanto debemos fomentarla en todos los ámbitos.

Dejarle tocar, jugar, experimentar, meter la mano en el plato y mancharse favorece la estimulación de los sentidos, le ayuda a asociar texturas con nombres y sabores. Debemos lograr que la relación del bebé con los alimentos sea positiva, y eso ayudará naturalmente a estimular su desarrollo cognitivo.

Más tarde, entre los 12 y los 18 meses la mayoría de los niños empiezan a comer peor. Esto se debe a dos razones: a que pasado el primer cumpleaños crecen a un ritmo más lento y ya no necesitan comer tan a menudo y a que en este periodo ganan autonomía, aprenden a desplazarse sin la ayuda de los adultos y prefieren estar jugando, investigando y corriendo que sentados delante de un plato cuyo contenido no les apetece demasiado.

Los niños deben aprender desde pequeños que el momento de la comida es especial, que es el ratito perfecto para charlar con la familia y tomar esos alimentos que nos mantienen sanos y fuertes. Pero hacer entender esto a un niño de 18 meses que no para quieto un minuto es muy difícil, así que a no desesperar.

Lo mejor que podemos hacer es poner a su alcance alimentos adecuados a nivel nutricional y variados, para que ellos elijan qué y cuánto comer. Luego irá adquiriendo las habilidades sociales.