El desarrollo del lenguaje en los bebés
El desarrollo del lenguaje del bebé comienza desde la gestación. No es un proceso sencillo, ni tampoco tiene que ver con las primeras palabras del niño.
Desde el vientre materno, el pequeño cuenta con la capacidad de percibir los sonidos del entorno y familiarizarse con las voces de su madre y su padre. Una vez que nacen, el desarrollo del lenguaje en bebés es mucho más complejo que decir las primeras palabras. Existen otras formas de expresión y comunicación presentes desde el momento del nacimiento que van perfeccionándose a lo largo de los primeros meses de vida.
Los recién nacidos comienzan a reconocer los sonidos, como por ejemplo, la voz de la madre o de quien lo cuida. Luego, los bebés distinguen los sonidos del habla que componen las palabras de su lenguaje.
A los 6 meses, la mayoría de los bebés reconocen los sonidos básicos de su lengua materna, y son capaces de balbucear sus primeras sílabas y, al escuchar hablar a los adultos, memorizan el alfabeto de la que será su lengua materna. En este momento, los niños todavía no son capaces de comprender el significado de los términos, pero se ejercitan en la imitación de los sonidos que escuchan a su alrededor.
Alrededor del año de edad, el niño es capaz de utilizar algunas palabras cortas para comunicarse, aunque a veces no sean las adecuadas o las pronuncie de forma incorrecta. Su comprensión del lenguaje adulto es mucho más amplia y es capaz de entender instrucciones sencillas y responder a ellas de forma simplificada.
Más tarde, entre los 12 y los 18 meses, el pequeño emite palabras sueltas que tienen uno o más significados para él. Además, nombra objetos por su nombre, ayudándose de la señalización. A medida que pasan los meses el niño adquiere más vocabulario, comienza a combinar dos o tres palabras, dando lugar a pequeñas frases, y comprende las entonaciones que usan los adultos.
Entre los 18 y los 24 meses, los niños aumentan el repertorio de palabras, pudiendo llegar a los dos años de edad utilizando más de 300. Aparece el uso de sustantivos, verbos y adjetivos, por lo que comienzan a componer sus primeras frases juntando dos o tres palabras.
Aunque el desarrollo del lenguaje continuará durante mucho tiempo, entre los dos y tres años el vocabulario del niño aumenta a una velocidad asombrosa. Empieza a usar expresiones gramaticales más complejas, utilizando verbos auxiliares (haber, ser) y expresándose con mayor fluidez. Su forma de hablar ya es mucho más comprensible para las personas que no viven con él, y consigue hacerse entender con más facilidad y soltura.