El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno neurobiológico del desarrollo que ya se manifiesta durante los tres primeros años de vida y que perdurará a lo largo de todo el ciclo vital.

Los niños/as con Autismo no están en otro mundo, sino que su percepción del mundo es diferente porque tienen experiencias sensoriales perceptivas inusuales (desde el punto de vista del desarrollo típico). Estas experiencias ocasionan hiper- o hipo- sensibilidad. Por lo tanto no es de extrañar que si una persona percibe los olores, los colores, las formas o sonidos de diferente forma, su comportamiento será acorde a esta forma de sentir.

El autismo presenta dos síntomas fundamentales:

  • Deficiencias en la comunicación y en la relación con el otro
  • Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades.

Indicadores de que uno niño puede tener TEA:

  • Falta de interés por el otro.
  • Ausencia de juego simbólico.
  • Tiene poco contacto visual. En el caso de los bebés no acostumbran a realizar la sonrisa social.
  • No entienden las bromas, los chistes, los dobles sentidos ni las metáforas.
  • Evitan el contacto físico o les gusta más bien poco.
  • Presentan intereses inusuales. Además, son repetitivos y no compartidos.
  • Pueden mostrar comportamientos extraños, repetitivos y auto estimulantes como el balanceo, el movimiento de aleteo de manos o caminar de puntillas entre otros.
  • Los que presentan más nivel intelectual, notan que son diferentes y no entienden qué les pasa.